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El
adviento casi ya ha terminado, el lunes ya tenemos la misa del gallo. Es
necesario que nos vamos preparando para vivir la Solemnidad de la Navidad.

 

La
liturgia de este IV Domingo de Adviento nos propone hacer esta preparación de
la mano de María, madre nuestra. Es María quien nos introducirá en las
actitudes adecuadas para vivir la Navidad:

 

Hoy
en el evangelio Isabel le dice a María: «Feliz la que ha creído!».

María
ha creído.

María
es la gran creyente.

Ha
dado un sí incondicional a Dios.

Ha
creído y ha confiado sólo en Dios.

Está
segura de que Dios será fiel a su promesa.

Y
todo esto hace que Dios pueda obrar en ella maravillas … «el
Todopoderoso ha hecho en mí maravillas».

 

María
es modelo para nosotros. Su fe es necesario que nos estimule a dar un sí
incondicional a Dios: «lo que tú quieras Señor» «que se haga en
mí según tu voluntad». Esto abre la puerta a que Dios pueda obrar en
nosotros maravillas!. Dios quiere hacer maravillas en ti y a través de ti.

 

Ejemplo:
Durante un tiempo un grupo de sacerdotes iban a Montserrat a hacer un retiro
mensual, yo aprovechaba a confesarme, siempre con el mismo monje. Recuerdo que
al terminar la primera confesión en dijo: «Francisco Dios quiere hacer
maravillas en ti». Yo pensé, está bien eso. La segunda vez que me confesé,
me volvió a decir lo mismo. Yo pensé mira esto es que no recuerda que ya me lo
ha dicho. Y la tercera vez que me lo dijo, yo pensé: como me gusta oírlo …:
«Francisco, Dios quiere hacer maravillas en ti».

 

Si creemos, como María
creyó, si damos a Dios un sí incondicional, como María hizo, si confiamos sólo
en Dios, como María, entonces Dios también hará maravillas en nosotros. Dios no
ha dejado de actuar en nuestro mundo, de ninguna manera, pero necesita
corazones abiertos a la esperanza de una nueva recreación en nosotros.

 

Si llevamos 4 semanas
decimos «Ven, Jesús, ven». … Su venida a provocar en nosotros
pequeñas maravillas … no viene por dejarlo todo igual!! … sino ¿para qué …?

 

Digamosle: «Ven
Señor Jesús, … lo que tu quieras, que se haga en mí según tu voluntad, que
sea dócil, hazte más presente en mi vida, te necesito, sin ti … «

 

Termino con una breve
reflexión para prepararnos para el día de Navidad y para la octava de Navidad.
Los 8 días después de Navidad también litúrgicamente son Navidad. Es un
misterio tan grande que la Iglesia ve que no se puede penetrar en un solo día y
por ello establece, inspirada por el Espíritu Santo, una octava. Para que
tengamos 8 días para ir contemplando y meditando el misterio de la encarnación
del Verbo …

 

El misterio de Navidad
es muy rico, son muchas las dimensiones que podemos contemplar y profundizar,
yo menciono algunas para ayudar a la oración de los próximos días:

 

. Dios se hace hombre
… (misterio)

. por amor, el motor de
todo es el amor …

. para que el hombre
participe de la vida de Dios … (participe)

. como hijo de Dios …
(familia de Dios)

. y participando de la
vida de Dios nos liberamos de la esclavitud del pecado. (= No felices)

. Muy grande ha sido lo
que nos quiere ofrecer para que Dios se haga uno de nosotros y acabe muriendo
en cruz

. Dios para actuar
necesita colaboradores: María y José.

. Colaboradores que
muchas veces viven en la incertidumbre y la incomprensión, e incluso viven
fuertes dificultades (imagináis las preocupaciones de José en tantos momentos,
imagine el desplazamiento a Belén (+ de 100km), el nacimiento en un establo
(frío, sucio, con malos olores, …), la huida a Egipto, la muerte de los
inocentes, la inquietud por ser descubiertos, …).

. Jesucristo nace
pobremente. Y esta pobreza forma parte del plan de Dios. Su pobreza debe
cuestionar nuestra riqueza.

 

Mi recomendación es que
en vuestra oración diaria utilice los textos del nacimiento de Jesús, el
prólogo de San Juan, y vaya contemplando las diferentes escenas, como decía San
Ignacio de Loyola: «Como si presente me hallare».

 

Tengamos mucha
esperanza de que nuestra oración y nuestra participación en las celebraciones
litúrgicas que se acercan harán que Jesús renazca en nosotros de una manera
nueva.

 

No reducimos la Navidad
en una misa solemne, a hacer una buena comida, a cantar 4 villancicos y ya
esta, y hasta el próximo año, para que esta vivencia de la Navidad no haría
cambiar nada en nosotros. ¡Adentrémonos en el misterio que celebramos!

 

San Ambrosio decía:
«los Cálculos lentos son extraños a la gracia del Espíritu», Dios nos
quiere dar mucho, esperamos porque es la manera de tener el corazón abierto.