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La primera razón por la que los monjes comenzaron a elaborar cerveza
en los monasterios es que el agua era insalubre, por lo que hervirla
para hacer cerveza la purificaba. «No sabían muy bien por qué, pero se
dieron cuenta de que los que bebían cerveza enfermaban menos», explica
el sitio web. De hecho, hay que recordar que durante la Edad Media,
cuando empezaron a florecer los monasterios, el agua se rescataba del
río que, por otra parte, era considerado como un basurero y llegaba
contaminado.

La segunda razón es que la cerveza es muy nutritiva y los monjes la
utilizaban para poder beberla en tiempos de ayuno, algo que, por
ejemplo, hacían los religiosos del monasterio de Neudeck ob der Au en
Baviera (Alemania). Su cerveza contenía una gran cantidad de
carbohidratos y nutrientes que los ayudaban a soportar el ayuno. Su
sabor era dulce y el nivel de alcohol era bajo. Por su fuerte
consistencia la llamaban «el pan líquido». Todavía hay monasterios donde
los monjes solo pueden consumir cerveza durante los viernes y la Semana
Santa.

El tercer motivo fue que, cuando dieron el paso de venderla, los
monjes sacaban un dinero para mantener los grandes edificios monásticos y
a sus habitantes. Elaborar cerveza era rentable y además, permitía
financiar también obras de caridad.

La orden cisterciense es la más célebre en lo que a elaboración de
cerveza se refiere. Todo comenzó en 1098, cuando un grupo de monjes
benedictinos de Molesmes, en Francia, decidió fundar su propio
monasterio en un lugar cercano, Citeaux. Dos siglos más tarde eran una
de las órdenes más poderosas de Europa.

A día de hoy, las cervezas trapenses o trapistas siguen siendo
cervezas elaboradas en monasterios trapenses, aunque de forma oficial
únicamente se fabrica cerveza trapense en once de los 171 monasterios
que existen. En Bélgica hay seis de ellos, los otros se encuentran en
los Países Bajos, Austria, Italia y Estados Unidos. Estas cervezas son
generalmente turbias y de fermentación alta, y deben ser preparadas
respetando los criterios definidos por la Asociación Internacional
Trapense si quieren poder llevar el logo «Authentic Trappist Product»
(ATP), emitido por esa asociación.

En España existe la Cardeña, elaborada por los monjes del Monasterio
de San Pedro de Cardeña, en Burgos, que ante la necesidad de conseguir
recursos económicos para mantener la comunidad y ayudar a los más
necesitados, decidieron ponerse manos a la obra.